Opciones de regalo para Navidad

Compartir:
Los regalos materiales producen satisfacción de corta duración, pues nos habituamos rápido a ellos y tienen un efecto efervescente en la felicidad. Por el contario, generar el dinero que necesitamos para realizar las compras requiere de largas horas de trabajo duro. El retorno de la inversión es muy bajo. ¿Qué tal si encontrarmos alternativas para hacer regalos que tengan un mayor impacto en la felicidad y un menor impacto en nuestro presupuesto?

Te comparto algunas ideas.

Gasta tu dinero en experiencias. Regala una experiencia que involucre hacer más que tener. Por ejemplo, un paseo, una cena, una clase, una ida al estadio, un concierto, libros para leer. Las risas, anécdotas y emociones se vuelven a vivir cuando las recordamos o vemos las fotos.

Regala tiempo. Hace un par de años mi hermano, que en ese entonces tenía un bebé de pocos meses, nos dijo cuando estábamos organizando el intercambio familiar: ?a mi regálenme una noche de 8 horas para dormir sin interrupciones, una comida donde pueda estar sentado de principio a fin o una ida al cine con mi esposa?. ¿A quién puedes regalarle tiempo para que haga algo divertido con él?.

Regala actos de bondad. Podemos ser generosos con nuestra presencia, atención, cariño, palabras, conocimientos. Regala tu compañía, quítale de encima un pendiente a alguien, genera una oportunidad de trabajo, conecta a dos personas, haz esa llamada, escribe ese correo, ponte disponible.

Comparte gratitud.  Muchas veces nos quebramos la cabeza pensando qué regalarle a nuestros seres queridos. Hoy caigo en la cuenta de lo difícil que es encontrar un regalo material para quienes tienen todo. ¿Qué tal mejor escribirles una carta de agradecimiento? ¿Qué tal sería dedicar tiempo para hacerles saber cuánto los queremos, enumerar las muchas cualidades que admiramos en ellos? ¿Qué tal sería reconocerles la contribución que hacen en nuestras vidas?.

Me puse a pensar en los recuerdos que tengo de la navidad y no hay uno de lo que me  regalaron. Sólo recuerdo con claridad a mi mamá horneando galletas y yo metiendo las manos en la masa, a mi papá asomado por la ventana listo para avisarnos si pasaban los renos, la corona de adviento que llegaba a la Navidad con su 4 velas disparejas. Recuerdo también cuánto nos divertíamos mis hermanos y yo inyectándole vino al pavo la noche del 23, el olor a comida que inundaba toda la casa desde la mañana del 24, la música, la mesa puesta, el recalentado.

Por más que busco no encuentro nada material rescatable en mis memorias. Lo que se queda en el corazón es lo que vivimos, cómo lo vivimos y con quién lo vivimos.

Fuente: entrepreneur.com
Autor: Nicole Fuentes

Compartir


También te puede interesar